Esta socorrida receta la tomé de Paula, que una vez me comentó que había hecho una lasaña usando patata como base en lugar de la típica masa; imaginen cual fue mi sorpesa cuando al cocinarla por primera vez en compañía italiana, vine a saber que esa receta ya existía por aquí y que se conoce como sformatino. Evidentemente existen mil variedades, no sólo en los ingredientes, sino también en el formato. En esta ocasión os presento la receta tal y como se le ocurrió Paula:
Medio kilo de papas
Calabacín y medio
Una cebollita
Quesete en lonchas (a ser posible de una cierta calidad, ¡reneguemos de los tranchetes!)
Parmigiano rallado
Sal
Pimienta
Aceite
Pues bien, para comenzar herviremos las papas ya peladas en agua salada, gran parte del éxito de la receta está aquí ya que debemos conseguir el punto perfecto para la patata, que no se quede dura, pero que no se deshaga, pues si no será imposible usarla como base. Mientras tanto, sofreímos la cebollita con el calabacín y lo salpimentamos. Una vez que las patatuelas están listas, las escurrimos y las dejamos enfriar un poco, para luego ir cortandolas a rodajitas más o menos finas (aquí depende un poco del gusto) y disponiendolas para conformar la base de nuestro sformatino, lo suyo es usar las rodajas más pequeñas para tapar los huecos que quedan entre las grandes, de manera que el asunto vaya adquiriendo consistencia. Finalizada la base añadimos una capa de nuestro sofrito y lo cubrimos con el queso, y así vamos construyendo poco a poco nuestra obra de arte, cuando culminemos la última capa añadimos el parmigiano rallado y horneamos a 160º durante una media horilla. Sé que no es muy apetecible trajinar con el horno con la que está cayendo, pero os aseguro que el resultado lo merece, y si no pregunten a la Ramona… ¡A comeeeeer!
Texto: Ramón
Foto: Marco Zampetti
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